martes, 8 de mayo de 2007

"La diligencia", de John Ford


Hoy a la hora de la siesta, en vez de tirarme en el sofá a ver concursos culturales de ésos sin público o documentales sobre ñúes, cebras y los leones que se las zampan, decidí continuar con el ciclo del por mí denostado hasta el otro día "cine de vaqueros", como decíamos de pequeños, antes de que se nos introdujera en las mentes el término "western". Estaba entre dos de Peckinpah ("Pat Garret y Billy the Kid" y "Grupo Salvaje"), y otra de John Ford, ("Centauros del desierto"). La duración excesiva de todas ellas me hizo inclinarme por "La diligencia", título seminal que supuso la renovación del cine del oeste, en plena decadencia y tenido por algo caduco y antiguo ya en el 1939, año en el que se produjo esta película.
El argumento es digno de la primera partida de rol que te echas con los amiguetes cuando te compras con catorce años el Ad&d. Un grupo de personajes metidos en una diligencia tienen que llegar un pueblo. Por el camino los atacan los indios. En el momento en el que están a punto de caer en manos de esos malvadísimos rebeldes terroristas que odian la democracia, aparece el séptimo de caballería y los salva. Los dos personajes más majetes resuelven sus conflictos respectivos que les impedían tener una vida normal, y se van a vivir a un rancho. Fin de la historia. Ahora me pregunto...¿cómo con un argumento así se puede hacer una película asá?
Yo creo que el secreto está en los personajes que habitan el reducido espacio de la diligencia, un muestrario de arquetipos del oeste en el que no faltan los siguientes:

El médico borracho, un outsider bohemio que tan bien recita a Homero como ayuda a la mujer decente a parir su bebecillo en plena posada mexicana. Interpretado por un Thomas Mitchell que ganó el Oscar al mejor actor de reparto por este papelón.




El jugador de cartas enjuto y con bigotín, un tío pendenciero pero que se ve en el fondo que es un caballero, un tipo sensible que sabe decir "he visto un ángel", en vez de "vaya tía más cachonda", cuando ve a la mujer decente pasar. John Carradine, en la foto, con unos colegas, viendo "el ángel".




El viajante que comercia con cajas de whisky, enanete y con pinta de contable. De hecho, os juro que es igual que el cajero de la sucursal de CaixaNova que tengo al lado de casa. De verdad. Como es un tipo bastante gracioso, le pegan el primer flechazo. Aquí podemos ver tan infausto momento.




La mujer decente que va a buscar a su marido,un sargento del ejército que bla bla bla. Su peripecia es bastante sosa y aburrida, como la de cualquier mujer decente. En este momento está a puntito de pasar a mejor vida.





Dallas, la pobre chica que tiene que salir del pueblo perseguida por las horripilantes mujeres de la liga por el orden y la justicia, ya que ejerce el oficio de prespiputa. Junto con Ringo, el pesonaje más atractivo de la película, sufre en silencio la carga de su pecado pero se ve que en el fondo lo que se ve es que nunca tuvo un hombre que la quisiera de verdad (vaya, no me equivocaba al pensar que esto del western era un asunto bastante ranciete, al fin y al cabo).


Y por último, el crack del asunto, Ringo, un John Wayne haciendo de John Wayne, como en la de Liberty Valance, pero como más joven e inexperto, aunque éso sí, con ganas de mojar el churrillo y más caliente que una mona al ver a la chica no decente, algo normal ya que nos enteramos que entró a la cárcel con 17 añicos y acaba de fugarse, suponemos que no ha probado mujer en todos estos años. El caso es que resulta un tipo muy progresista para su tiempo, ya que no le importa conocer el oscuro y sórdido pasado de Dallas, todo le da igual con tal de llevársela a su rancho. El chico anda apurado, es evidente. Suponemos que en el futuro se casarán, tendrán miles de hijos y poblarán de votantes republicanos esas desérticas tierras sureñas.
Lo que me llamó poderosamente la atención fué que la persecución india está perfectamente rodada, pero pasados los dos primeros minutos los indios ya se ve que son malísimos tirando, y que están allí puestos como una manada de búfalos, siendo simples bultos móviles para el gran tirador blanco. Éso la verdad es que me sorprendió bastante, haciéndome por un momento recordar a los peores momentos del guerrero americano I, II y III,en los que mucho ninja,jijijajá, pero al final unos mierdas que no tenían media hostia. Ahí queda éso como reflexión final. Pero que conste que me ha gustado mucho. Seguiré con el ciclo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Personalmente prefiero Centauros, y no creo que sea demasiado larga, seria como decir que el David es demasiado grande.
Si algo es bueno, para que andarse con miserias...que sobre!

Dragomira dijo...

Ya, pero es que tenía hora y media para verla,ni más ni menos,y centauros dura casi dos...ya caerá...

Unknown dijo...

jajajajaaaaaaaaaa Si te va el rollo western calentorro te recomiendo Duel in the Sun y Ruby Gentry. Las dos de King Vidor y las dos con Jennifer Jones ñam ñam...

Anónimo dijo...

La verdad es que tus "artículos" en este blog estan muy bien escritos.
Flipo porque cada día o así pones alguno, y lo comentas y.....
haces que nuestros momentos de sopor o aburrimiento sean mas llevaderos.
Lo que te lleva a escribir sobre tantas cosas...? No lo sé.
Hay cosas que es mejor no saberlas, dicen por ahí...
Que me dejen en mi feliz ignorancia.
Pueden decir lo que quieran, porque YO, DESDE EL PEDESTAL DE MI INDIFERENCIA, LOS FLAGELO CON EL LÁTIGO DE MI DESPRECIO.