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jueves, 15 de noviembre de 2012

San Andrés de Teixido

La primera vez que escuché hablar de este lugar fue sin duda en el colegio, muy de pequeñito, allá por el principio de lo ochenta del pasado siglo, en clase de Gallego. Se nos decía de él que era un lugar muy especial cuya peculiaridad era que si no ibas de vivo en peregrinación, cuando te murieses ibas a tener que ir hasta allí de todos modos, cargando con el peso de la muerte, de la culpa y de la podredumbre, adivino. Vamos, que en caso de apocalipsis zombie, no es un lugar seguro para guarecerse ni para establecer el campamento base. 
El asunto es que esta obligatoriedad celestial de tener que ir allí sí o sí parte de un sentimiento tan vil y humano como es la envidia pura. Cuenta la leyenda que el Santo de este lugar, ante el aluvión de visitas que estaba recibiendo el santuario de Santiago (y eso que de aquellas todavía no estaba hecha el mastodóntico Gaiás y su Ciudad de la Cultura), se quejó al Altísimo y éste se le apareció allí mismo en compañía de San Pedro (se supone que le había acompañado al lugar como quien acompaña a un colega a por tabaco o al 24 horas), asegurándole que no tendría más motivos para estar cariacontecido, tristón y envidioso, porque Dios mismo le aseguraba que todo aquel fiel que no fuese a su santuario en vida, lo debería hacer una vez muerto. Toma ya. Eso es marketing en estado puro. Eso es saber hacer las cosas. Eso es ser un auténtico Dios de las Relaciones Publicas. Hecho esto, San Andrés se puso muy muy contento y todo comenzó a ir de perlas en el santuario. 
Como anécdota está bien, apuntalando la consabida realidad de que quien no llora no mama. Lo malo es que al fin y al cabo El Buen Dios está premiando la envidia y la pataleta. Por eso es que hay otra leyenda que sustenta la venta de camisetas y recuerdos en este lugar. Dicen los más viejos del lugar  que San Andrés, discípulo de Jesús, viajó en su barca hasta este lugar, naufragando en la costa, convirtiéndose su barca en el peñasco conocido como A Barca de San Andrés. Una vez allí, comenzó a darle la murga a los pobres castrexos para que se convirtieran a la verdadera religión. Pero estos no le hicieron mucho caso, y bastante buenos fueron que no lo atravesaron de lado a lado con una falcata ni tampoco lo corrieron a boinazos como solía ser la tradición. Ésa falta de vocaciones provocó en el depresivo santo un entristecimiento mayúsculo, ante lo cual, se le apareció por allí Dios y San Pedro (este dato de ir acompañado no falta nunca, se ve que a esta zona ni Dios quería venir solo), y se le hizo la cesión a perpetuidad de una romería en la zona con el epígrafe conocido: quien no fuese allí de vivo, lo haría de muerto. Vamos, que se ve que a el Señor del Cielo le caía muy bien San Andrés si no no se explica tamaño regalo por la pérdida de una chalupa y por hacer su trabajo como el culo. 
Hasta aquí los datos históricos. El caso es que sin comerlo ni beberlo ni haberme levantado con eso en la cabeza, entre unas cosas y otras hoy he acabado allí. He ido a As Pontes de García Rodríguez, y tenía cuatro horas libres antes de tener que presentarme en Ortigueira, con lo que mirando en mi guía de viajes he descubierto que cerca de allí estaba aquel legendario lugar que me remitía a los libros de lecturas de la EGB. Así que allí me fui. Pero me fui, creo, por el lado largo. 

Tradición y modernidad en estado vacuno

El caso es que desde Ortigueira cogí todo por el monte arriba, por unos caminos impresionantes, desde los que se pueden ver unas vistas alucinantes por un lado (allí está el acantilado más alto de Europa, dicen los lugareños), y por el otro, caballos y vacas salvajes. De hecho, cuando ya mi vértigo estaba empezando a molestarme dada la altura a la que me encontraba, veo que en el medio de la carretera está tirada una ternera, toda pancha. Con la madre al lado mirándome con cara de "como la toques vas tú y tu coche ladera abajo". Armado de paciencia me fui a la cuneta (del lado interior, por supuesto) y pude pasar sano y salvo tras hacer muchos cálculos para no rozar al impertérrito animal. Bueno, el asunto es que merece la pena venir por este lado, la vista es una maravilla, y la conjunción de vacas, acantilados y molinos de viento unen más los conceptos de tradición y modernidad que un disco de Luis Cobos o incluso que el rapeado de versos de Calderón. 
El santuario en sí es de un gótico marinero muy bonito, las casas que lo rodean están muy bien conservadas, pero se lleva la palma el enclave en el que se encuentra, absolutamente impresionante. No me extraña que haya sido un lugar de culto desde la Edad del Hierro, en época castrexa. Un enclave especial, dotado de esa magia que tan bien la Iglesia supo aprovechar para transformar el culto autóctono en culto cristiano, como bien nos cuenta san Martín de Dumio en su gran bestseller de la época De correctione Rusticorum, verdadero manual de cómo transformar los cultos prerromanos en civilizados ritos cristianos. Pero bueno, esto ya es otro tema y será otro quien lo deba explicar...

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Fin de año Bielorruso


Dios, tres meses sin actualizar el blog. Está claro que uno de los propósitos de año nuevo va a ser cuidar un poco más de él. Pero bueno, a lo que vamos, que nos vamos a Bielorrusia a pasar el fin de año, salimos mañana a las 7:30 de Madrid, y llegaremos a Minsk a eso de las 15:30 (16:30 hora Bielorusa), haciendo escalas en Frankfurt y en Viena. Lo que sabemos,a priori, del país al que vamos no es mucho: gobernado por Lukashenko, el último dictador -bueno, el único reconocido- que persiste en Europa, ha perdido la cuarta parte de su población con la II Guerra Mundial, ha sufrido la peor parte con el asunto de Chernobyl...bueno, el caso es que para allá nos vamos. Los detalles del viaje, a la vuelta, el día 6, para los Reyes Magos (allí no los celebran, los mataron en 1917).

sábado, 4 de abril de 2009

A Muros a descansar....

Después del maratón de la semana, del estrés de ayer y de la acumulación de sueño que padezco desde hace ya ni se sabe, toca descanso en Muros (hotel Muradana, para más señas, muy recomendable si os pasáis por allí, sobre todo el último piso, que tiene terracita con vistas a la ría). No creo que el tiempo acompañe mucho, pero bueno, a lo mejor hay suerte...

Cual es Muros y cual es Noia? 

lunes, 17 de marzo de 2008

Kilmainham Gaol


La prisión de Kilmainham es uno de los puntos que uno no debe dejar de visitar cuando visita Dublín. Al menos para mí, aparte de las noches en los pubs con músiquilla en directo y platos típicos (bueno, el plato típico de Irlanda es algo bastante parecido a lo que sería aquí un plato combinado, es decir, grasiento y no demasiado rico), es lo mejor de la ciudad, a años luz de otros lugares también míticos pero que a mi me dejaron bastante frío (véase la fábrica de la Guiness, muy bien montada, no te digo yo que no, pero no deja de ser un monumento al márketing, como si vas a la fábrica de la Coca Cola, pero con ese regusto nacionalista de que la cerveza simboliza a Irlanda -algo así como si nos montamos un parque temático de la Estrella Galicia -que sabe infinitamente mejor que la Guiness, hecho que cualquiera puede comprobar en cualquier momento-).
A la prisión hay que ir en taxi, porque queda bastante alejada de lo que es el centro, y no hace falta intentar pronunciar bien el extraño nombrecillo ("Tu de Quilmaijan Gaul, plis", simplemente con decir, "Tu de prison, plis", ya nos entienden, porque supongo que será la única prison que hay, se ve que en Irlanda nadie es malo, y nadie va a la cárcel -creo que los delincuentes trabajan en los baños -véase anteriores artículos-). La prisión fue creada en el año 1796, y utilizada como tal hasta el año 1924. Cuando Irlanda se convirtió en un país libre (de ingleses) el gobierno de Leprechaums no quiso mantener ese edificio como cárcel, debido a que fue el lugar de ejecución, tortura y confinamiento en general de los líderes y participantes de las revueltas independentistas (sobre todo el infructuoso intento de 1916), por lo que se sumió en un abandono progresivo hasta que en 1976 se inició el proceso de convertirlo en un museo dedicado a los héroes nacionales (seguro que si van por allí algunos que yo me sé no dudarían en soñar con alguno así en Rentería). Muchos de los que trabajaron en su rehabilitación eran ex-presos, ya ancianos.


Toda la visita está destinada al reconocimiento de la labor de estos mártires de la causa, y la verdad es que consiguen el efecto buscado. La historia que más me impresionó sin duda fue la de Joseph Plunkett, que se casó con mujer horas antes de ser ejecutado, y se podían ver en una vitrina sus gafas y la última carta que le envió a su esposa.

Comienza la visita con un vídeo explicativo, en la antigua capilla de la prisión, en el que una guía que habla bastante rápido va relatando la historia de la represión sufrida. De ahí se pasa a las celdas, que se mantienen tal y como se construyeron a finales del siglo XVIII, en las que unos carteles encima de las puertas nos indican los nombres de los inquilinos más renombrados.


Acojonan bastante, sobre todo imaginando el frío que tenían que pasar los reos, dado que no tenían nada que los aislase del exterior, por lo que según parece las enfermedades estaban a la orden del día. De ahí se pasa a la gran sala, más moderna -del periodo victoriano-construída según los parámetros de los panópticos, que suena al visitante porque es donde se rodó la película "En el nombre del Padre", aunque estaba bastante atrezada para la ocasión.


La visita acaba en el patio de ejecuciones, lugar siniestro en el que unas simples cruces indican los lugares de ajusticiamiento (horca o pelotón de fusilamiento) de los condenados a muerte. Una enorme bandera irlandesa preside el lugar.


En fin, un lugar para comprobar que, evidentemente, el pueblo irlandés sufrió lo que no está escrito para conseguir su independencia, y para reflexionar un poco sobre el papel de los héroes de un país...llama la atención que al finalizar la visita, puedes votar electrónicamente si estás a favor o en contra de la pena de muerte...se supone que después de lo que se acaba de ver, el resultado sería lógico, ¿no?...pues miren, miren...penoso.

lunes, 11 de febrero de 2008

The Temple Bar

A pesar de lo que pueda parecer, el Temple Bar no es sólo un bar, sino la zona en la que están los principales pubs de Dublín, lo que lo convierte en la mayor atracción de la ciudad y el lugar en el que se recala diariamente después de largas horas de visita y pateo por las callejuelas irlandesas. Su nombre parece provenir del pub homónimo, aunque hay quien dice que es a causa de la prohibición de que entrasen por allí los judíos... La gente (ahora los judíos pueden entrar, creo)comienza a ir por allí a eso de las ocho de la tarde, y poco después comienzan, en algunos de ellos, los músicos a tocar. El hecho de que haya música en directo -y que no te cobren entrada por ello-, los convierte en lo mejor de la ciudad. Los monumentos están bien, sí, la cárcel de Kilmainham es muy emocionante y tal, pero lo mejor sin duda de Dublín es el ambiente que se respira en los pubs cuando los violines empiezan a sonar y te metes entre pecho y espalda cuatro pintas de Guinness. Lo malo es que cierran muy pronto, a las dos de la noche apagan la música y ya no puede entrar nadie, y a las dos y media lo cierran...y ya no hay más, o sea que cada uno pa su casita. Otro gran inconveniente es que no se puede fumar dentro, y no puedes llevarte la cerveza para afuera, con lo que beber y fumar a la vez se convierte en una tarea casi imposible, y lo malo es que con el café pasa lo mismo (bueno, puedes llevarte para la calle el café en una especie de vaso de cartón, pero no presta nada). El lugar más o menos ideal para ello, que encontramos el último día, fue una cafetería (en el Temple Bar), que tenía terraza con calefacción, por lo que podías tomar un café y fumar sin congelarte -porque en Dublín hace un frío de la Virgen). Bueno, vayamos uno por uno describiendo los pubs en los que estuvimos (y no, no estuvimos en el Octagon Bar , que es el que tienen los U2, más que nada porque no lo vimos)

THE TEMPLE BAR


El primero en el que nos metimos la primera noche, y la primera sensación completa de estar en un país extranhero...allí pude darme cuenta de que me daba reparo cantar a pleno pulmón las canciones que salían de la arradio...¿que por qué? pues porque allí todo el mundo pronuncia de puta madre (no te jode), y todos parecen saberse todas las canciones que ponen, con lo cual, eso de chapuerrear sonidos absurdos con lejanas resonancias inglesas haciendo ver que sabes la canción completa (aunque sólo sepas el estribillo), aquí no vale. De todos modos, en cuanto pusieron el "Sweet child of mine", allá quedaron las vergüenzas a un lado y comenzamos a cantar uniéndonos a la turba...me imagino a un inglés intentando cantar una españolada...inventando palabras con la misma sonoridad pero que no tuvieran nada que ver...supongo que será como pa echarse unas risas...En fin, que el bar muy bien, muy buena música, peña borrachísima, poco irlandés en el sentido de que no ponían música folk (ni en vivo ni en muerto), pero vamos, que muy bien.

THE PALACE BAR


Uno de los más vetustos de Dublín, según parece, en el piso de arriba pudimos escuchar un grupo de música tradicional que tocaban en plan informal, sentados alrededor de una mesa, con sus pintas, sus conversaciones entre canción y canción...muy bien, muy acogedor ambiente, bastante futbolero por lo que se apreciaba en las paredes, con revestimientos de madera, todo muy irlandés (como el forum, pero estanhero y con música de violines en vez de con bachata, vamos).





EL GOGARTY´S
El que más me gustó, tiene dos partes, una abajo, con pub típico y música grabada, y la parte de arriba, en la que tiene música en directo desde las 14:30 hasta las 2:30, nada menos...allí pudimos tararear canciones como "Molly Malone", auténtico himno popular dublinés, "Dirty Old Town" (que yo conocía de mis tiempos de oidor de música celta, que de todo se aprende), o versiones de Pink Floyd ("Wish you were here", por ejemplo). lo mejor fue cuando la peña se puso a bailar en plan Lord of the dance, juas, muy folklorico pero daba la risa, con sus manos atrás y moviendo los pies como endemoniados. Era como estar en Hobbiton, pero con peña más alta (porque los irlandeses son una raza alta, me hicieron sentir pequeño y moreno como Alfredo Landa, tienen esa capacidad de minimizarnos).


Aquí, en el Gogarty´s, vi algo que en mi vida había visto, si descontamos un episodio de IT Crowd donde sale algo así. Fui al baño a hacer pis. Entro y veo que un hombre de color alternativo (alternativo al común, no quiero decir que fuera alternando como un camaleón), vestido con un atuendo elegante, me mira sonriendo. Está parado y espectante. Nervioso, me dirijo a un urinario y hago lo que nadie puede hacer por mí. Nunca acostumbro a lavarme las manos después de este acto, más que anda porque tengo mis partes limpias y de pequeñito ya me enseñaron a no mearme en las manos, pero no sé muy bien por qué, en ese momento lo hice. Y cual fue mi sorpresa que el hombre éste me echó jabón en las manos, con una sonrisa de oreja a oreja, a la vez que accionó el grifo (que era de sensores, con lo cual la acción se convirtió en un absurdo) para que yo pudiese hacer mis abluciones con total comodidad. Lo hice, con una mezcla de estupor y sentimiento como de colonizador decimonónico (a lo Cecil Rhodes), para observar cómo al terminar, el buen hombre me secó las manos con una papelote. Yo no me lo podía creer, pero en mi cretinismo congénito me limité a decirle cosas como "Ooooooh, thank you very much!!!!" o "OOooooooooh, that´s incredible, man!!". Allí me fuí, más ancho que largo, y cuando se lo conté a mis -menos paletos que yo- amigos, me dijeron: "Le darías algo, no?" y yo "No, por qué?"...bueno, el caso es que me di cuenta en ese momento de que el hombre trabajaba por las propinas, y supongo que tendrá un sueldo irrisorio. De todos modos, su trabajo es de los más absurdos (por no decir denigrantes, evidentemente) que he podido ver en mi vida, si exceptuamos a los cargos que se inventa la diputación del señor Baltar para dar cabida a los hijos trencos de sus amistades. El caso, que la siguiente vez que fui a desbeber pues ya le di algo al hombre inquietante del baño. Pero claro, cada vez que se iba al baño, un eurazo, y teniendo en cuenta la cantidad de cerveza que se bebe, pues echa cuentas...

jueves, 7 de febrero de 2008

Llegada a Dublín



Bueno, bueno, pues una vez recuperado del viajecillo, llega el momento de sentarse un poco a recapitular lo vivido, que es la tercera parte de un buen viaje, después de la precisa recogida de información de a dónde se va y del viaje en sí mismo (posiblemente la parte más importante, aunque en ocasiones, como con Los caballeros de la mesa cuadrada, te ríes más recordando las cosas que viviéndolas en el momento). Pues bien, tras la pantagruélica paella ofrecida por Lancelote (gracias de nuevo), dirigimos nuestros pasos a la T.1, que es de donde nos salía el avioneto. La compañía era Ryanair, así de modernos somos, y tras facturar, nos encaminamos a la zona de seguridad. Fuera cinturones y demás artilugios metálicos, y pa dentro. Allí nos despedimos de Lancelote, que quedaba en tierra con una cara mezcla de "qué lástima que se vayan mis amigos" y "joer, a ver si se piran ya, que quiero ir a jugar al Call of Duty 4". Antes de meternos en el avión nos fumamos nuestros últimos pitillos en tierra española en uno de esos cuartuchos transparentes en los que la gente sólo va a éso, a fumar, pero se ha acabado éso de charlar amigablemente en un ambiente pseudoagradable, no. Aquello son como cabinas de drogodependientes, en los que todo el mundo tiene cara de amargura, pensando en qué coño habrá pasado para que lo que hasta hace algunos años era sexy y cosmopolita ahora sea sucio, como de gente sin hogar, con pinta de ser los próximos candidatos a un cáncer de pulmón. Después de este gran momento, montamos al avión, una cosa cutre y como viejuna, con pinta de tener más años que el Memphis Belle, pero bueno, qué más da, es Ryanair, y por lo tanto, moderno y como de gente chachi que se sabe mover en la Interné. Despegamos, y ya se me pusieron de corbata. No sé desde cuando tengo tanto miedo a las alturas, pero siempre digo lo mismo, que no es vértigo, sino miedo, puro acojone, pánico primigenio, horror al vacío que se abre ante mis pies. Quizá no sea la altura misma lo que temo, sino que mi vida esté a merced de un aparato eléctrico, de que el último que lo ha revisado no estuviese borracho o simplemente despistado, o que el controlador aéreo se duerma...demasiados factores que hacen que desde que me subo al avión hasta que bajo mi única imagen mental sea la escena del accidente de "Viven!". De todos modos, mi temor pasó a ser pavor en el momento del aterrizaje, el avión iba dando unos bandazos que pa qué, parecía que estaba bajando una escalera a golpes, la gente gritaba "!EEEEOOOOOO!" a cada poco, yo me estaba muriendo, con el libro metido en los ojos para no ver nada, para que no me viesen la cara de pánico, de nenaza, de acojone. Por fin tomó tierra, respiré, me sequé el sudor, observé que continuaba vivo y escuché cómo unas trompetillas y unos aplausos grabados salían de los altavoces. Todo muy moderno y juvenil. Ryanair. Jodidos cabrones. Menudo momento me hicieron pasar.
Una vez aterrizados en irlanda, nos bajamos por las escalerillas estilo Papa (en Ryanair no te ponen pasillito como en las otras), y nos dirigimos a la salida del aeropuerto. Allí pedimos un taxi, dirección Kildare Hotel, en la calle Kildare. El taxista miró una y mil veces el papelito que le brindábamos (más que nada porque no sabíamos pronuncias bien, si Kildar o Keildar o Kaildar o Kaildair), y por fin pareció arrancar...todo iba bien hasta que el interfecto comenzó a pronunciar un galimatías que no había dios que lo entendiese, por lo que decidimos asentir a cada poco y decir "yeah", para que el buen hombre creyese que entendíamos algo. Yo dedicaba mis esfuerzos a pillarle por el tono si nos estaba haciendo una pregunta, para contestarle algo (no sé muy bien lo qué), pero no lo conseguí...no entendía ni papa, y lo que es más, no parecía que mi compañero, al que he visto debatir en ese idioma temas elevados a altas horas de la madrugada con extranjeros, entendiera mucho más que yo. Se ve que cuando uno está sobrio el inglés cuesta mucho más...de ahí quizá venga la gran afición de los irlandeses por la bebida.
Las casas que estaban de camino desde el aeropuerto hasta el Hotel ya dan una idea de lo que uno se va a encontrar en la ciudad: típicas casas victorianas, de ladrillo visto, estilo inglés...la ciudad en su mayoría me ha recordado a la imagen que yo podía tener (porque nunca he estado) de Londres, en el sentido de esas manzanas de casitas bajas, con verja todas ellas, y una entrada por la parte de abajo del portal (era la entrada del servicio, el momento en el que se crearon). Lo particular de Dublín es que ese estilo un tanto sobrio es transformado en algo mucho más alegre por el hecho de que todas las puertas están pintadas de vivos colores, como azules, amarillos, verdes, o rojos (en plan portugués, pero circunscribiéndose sólo a la entrada de la casa).
El hotel Kildare es muy recomendable, aunque de precio algo caro: 55 euros por persona en un habitación doble. Está situado en plena zona Georgiana (a mi entender, una especie de Neoclásico Inglés) y por lo tanto, al lado de los museos más interesantes, el Trinity College, y las calles más bonitas de toda la ciudad. Las habitaciones son grandes y bastante bien amuebladas, y el papel de las paredes puede resultar un tanto hortera, pero como estás en Irlanda y todo es así como novedoso, pues no te lo tomas a mal.


Nos vinieron a recoger Chiyo-Chan y Diancecht, ya embolingados a las once de la noche, y no es raro, porque a esas horas, un sábado, todo dios está borracho, tíos y tías, lo que es normal teniendo en cuenta que comienzan a salir a las ocho de la tarde. Después de los abrazos y muestras de afecto pertinentes, salimos hacia la primera parada de nuestra ruta: EL TEMPLE BAR.

sábado, 2 de febrero de 2008

Noche en Malasaña


Bueno, bueno, pues aquí estamos zapateados en casa de Lancelote, a punto de pillar el avión para Dublín y un tanto cansados por la salida nocturna por Malasaña, que mucha fama y mucha vaina, pero los bares cierran prácticamente a las tres y media (y hay tanta policía por las calles que no hay uno que se atreva a saltarse los horarios),y los que abren un poco más tienen unas colas de la virgen. La verdad es que pensándolo bien hay que ser cenutrio para esperar, por ejemplo, media hora o cuarenta minutos a la intemperie para entrar en un bar. Porque los que tienen colas en ese barrio no se piensen que son Macrodiscotecas o Salas de fiestas estilo Daiamont(e). No. Son bares, simples bares en los que ponen música más o menos decente (pero nada especial, no se crean), copas a ocho euros y cervezas a cuatro, masificados y a los que aún por encima, pues éso, has de esperar como para la consulta de la Seguridad Social. Al final acabamos abandonando esa mítica zona (supongo que sería mítica en sus tiempos, y estará un poco de capa caída), para dirigir nuestros pasos a la zona de Gran Vía, en donde nos metimos en el según parece local propiedad de Alaska, el Morocco. Diez eurazos de entrada, mas un euro y medio por el ropero. El ambiente, pues como de revival ochentero total, con algunas versiones destacables de clásicos españoles...Cuando salimos de allí, con los bolsillos vacíos y la cabeza cargada, nos metimos en el metro y rumbo a Coslada. Después de casi una hora de viaje, nos pudimos meter en cama no sin antes dar cuenta de la nevera (muy bien surtida) de Lancelote -que por cierto, hoy nos ha hecho una paella de las que solo parecen saber hacer las madres-.
Por cierto, la primera etapa del viaje transcurrió sin incidentes, con parada en Mota del Marqués, en el mítico Ruy-Wamba (no se confundan, es un simple bar), y cogida al revés de la M-40, con lo cual tuvimos que dar la vuelta a todo Madrid...después nos enteramos de que había algunos lugares en los que se podía cambiar el sentido..
Bueno, bueno, pues allá vamos...Baile Àtha Cliath!

viernes, 1 de febrero de 2008

Rumbo a Dublín!!


Pues ya llegó el día de la partida a la verde Irlanda, tierra que jamás en mi vida pensé en pisar y que por azares del destino aparece como mi primer viaje al extranjero (sin contar Portugal, que es extranjero pero poco, porque más o menos me entiendo entre los indígenas) después de más o menos cinco años. Salimos mañana para Madrid a las cuatro de la tarde en el coche de Sir Robin, y una vez allí nos espera Lancelote (de Rodríguez) que haciendo gala de su hospitalidad nos alojará en su mansión. En la capital nos juntaremos con Diancecht, que tuvo mejor suerte o más conocimientos (científicos) con el vuelo, por lo que podrá disfrutar de cuatro dublinesas horas más...El avión sale el sábado a las ocho de la tarde, llegando a Dublín a las nueve y media (tarda dos horas y media, pero allí es una hora menos). Allí supongo que tendremos que buscarnos la vida Sir robin y yo para llegar la Malborought Hostel (que según los comentarios de internet, es mejor dormir en la calle que en ese lugar) en donde si todo va bien estarán Chiyo-Chan y Diancecht con una pinta de Guiness bien calentita para recibirnos. Después, lo que den de si dos días y medio en esa ciudad que a priori no parece tener mucho que ver si exceptuamos el Trinity College (con el libro de Kells, jarl!),la fábrica de Guiness, la casa de Oscar Wilde, el bar de Bono y la cárcel de En el nombre del padre, pero bueno, gracias a LA GUIA AMIGA, seguro que algo más se descubrirá.
Felices carnavales a todos!!!

miércoles, 28 de noviembre de 2007

As Pontes de García Rodríguez

De pequeño siempre me produjo curiosidad el nombre de esta pequeña ciudad gallega. As Pontes de García Rodríguez...no suena a ciudad, como tampoco suenan a ciudad Alcantarilla, El Tránsito o Pelotas. El caso es sí que es cierto que es un lugar muy pero que muy peculiar. Si vas de día, todo parece bastante normal, un pueblo con unos alrededores realmente paradísiacos, típico paisaje interior gallego, muy verde y muy hermoso. Pero el pueblo es, vamos a ver, como si dijesemos...ucraniano. La presencia ubicua y aplastante de su enorme central térmica (que por otro lado, debe de ser lo que da de comer a todos los vecinos, vamos digo yo) hace que prácticamente sea lo único con lo que te quedes de todo el pueblo. Enormes chimeneas soltando humo todo el día, dos de ellas muy gordas (esas me dijo Sir Robin que casi no contaminan, que solo sueltan vapor de agua, no sé, no sé..acojonar acojonan un rato...) y una alta y delgada, que es la chunga, la mortal, la que provoca lluvia ácida en Inglaterra, según dicen...

Una divertida mezcla de ruralismo y progreso

Si bien la visión de esta central durante el día preocupa, hace pensar en cosas como el ecologismo, el calentamiento global, el primo de Rajoy, Al Gore, Las Ballenas, etc, lo que realmente asusta es ver este pueblo de NOCHE. Cuando las tinieblas se ciernen sobre este lugar abandonado de la mano de Dios, y las luces de la Central comienzan a encenderse, su visión es lo más cercano que he visto a lo que me imagino que puede ser el Infierno Industrial de Hellraiser, Kult o la peli aquella de "La escalera de Jacob"...increíble, de verdad, algo así como la Tyrell Corporation en pleno corazón de Galicia...

El trabajo os hará libres, nos decían...

Por cierto, me han contado que en los jardines que hay alrededor de la Central existe un zoo en el que hay canguros, y más animales, para dar la sensación de que esa maquinaria de Belcebú no daña el ecosistema...

martes, 16 de octubre de 2007

Una tarde en las Médulas

Este fin de semana pasado, aprovechando que me quedaba cerca de donde trabajaba, decidí, junto a unos amiguetes, pasear mi cuerpo serrano por ese parahe extraño, extraterrestre y como de peli de john ford que son las Médulas. Son los restos de una enooorme explotación minera que data del siglo I de nuestra era jesuscristiana, y yo me pregunto qué pensará Al Gore de todo ésto...menos mal que llegaron las invasiones bárbaras para acabar con los romanos, porque si siguiesen con ese afán destructivo sobre la naturaleza puedo imaginar que los polos se secarían antes de que Tomás de Aquino propusiera sus cinco vías...Dejo aquí unas imágenes de tan bellos momentos de fraternidad y exploración subterránea...


Este cartel anunciaba el comienzo del viaje, cálida bienvenida al viajero...

El largo camino hacia la cumbre...preciosos castaños...y el rezagado en la lejanía

Roma necesita oro...según parece eran los Astures los que trabajaron aquí.

Nos sentíamos como sondas rectales penetrando en las entrañas de la Tierra...

El fin del camino....la luz al final del túnel.


El rollo es que te quedas todo hecho un Cristo



lunes, 14 de mayo de 2007

Muros

Casi todos los pueblillos de la costa se parecen, éso está claro. Todos tienen su paseo junto al mar, sus marisquerías, sus pulperías, su discoteca a las afueras, sus tiendas de artículos marineros ultrakitch (con campanas de latón, cuadros con miles de nudos de extraños nombres, figuritas de gordos marineros a lo chanquete...), y su paisanaje más o menos curioso. Muros se acerca bastante al arquetipo ideal, tiene todos esos elementos, pero también tiene algo que lo hace un poco especial, no sé muy bien lo qué, pero lo tiene. Quizá sea que conserva perfectamente el trazado medieval de las callejuelas, las tremendas playas que lo rodean, o su iglesia marinera, San Pedro de Muros, en la que está el cristo más gore que vi en mi vida. Qué ganas de tener unas vacaciones y hartarme de playa. Porque me voy a hartar, éso seguro. Este año toca...

Vista de Muros desde la pedazo terraza del hotel

El mar mañanero desde la misma terraza...

En la plaza que da al mar, el antiguo "Teatro Mercedes", que ha sido convertido en bar de copas.

Momento bizarro. Este cartel estaba pegado en la puerta del teatro. Desafortunadísima imagen, en lo que parece ser un crimen anunciado...La cara del sujeto no tiene desperdicio, un trasunto hispano del tétrico Zé do Caixao...Loly, huye, aún estás a tiempo!.

"Long hard road out of Hell"...Manson estaría encantado en Muros.

lunes, 9 de abril de 2007

La librería Opar


Pequeña pero muy curiosa, esta librería contiene todo el fondo de la editorial Valdemar, incluso joyas descatalogadas como el ensayo sobre terror e infancia titulado "El dia del niño" (imposible de encontrar, pues no se volvió a reeditar desde su publicación, ignoro el porqué), o la primera edición, en cartoné y con una portada mú bonita de la "Antología de literatura fantástica española", publicada posteriormente en la colección en rústica "El club Diógenes". La librería está en la calle Duque de Sesto, 37, muy cerca de la salida del metro de Goya. Como dato, el que atiende es el coordinador de la colección histórica de Valdemar.