miércoles, 25 de junio de 2008

miércoles, 4 de junio de 2008

Arsénico por compasión, de Frank Capra


Llevo días intentando ver esta película y esta tarde por fin he podido verla en una proyección en la Universidad. Sala fría y unos asientos bastante incómodos hicieron que echara de menos mi sillón, mi salón y mis gatos ronroneándome al lado mientras yo los aparto continuamente para que no me metan el culo en la cara (sí, es una práctica común en ellos, sobre todo la gata, que a pesar de estar capada -o eso me dijeron-, se ve que conserva algún tipo de instinto reproductor y ve en mi rostro algún tipo de semejanza con un órgano fálico gatuno). La película, un clásico de los de toda la vida, de esos que sabes que existen, que algún día verás, pero nunca encuentras tiempo para ello (como leer a Dickens, más o menos), cuenta la historia de dos viejecillas muy amables que de tan buenas que son, asesinan sin piedad a todo aquel anciano solitario que llega a sus puertas pidiendo cobijo (alquilan una habitación). O sea, que practican la eutanasia forzosa, más o menos. Con ellas vive un familiar que se cree Roosevelt, lo que provoca muchos gags, aunque algunos de ellos bastante caducos. Cary Grant es el sobrino de las dos ancianas, y el que sustenta las escenas más cómicas, está pasadísimo y bastante sobreactuado, pero bueno, conscientemente. La película es digna de ver, pero en mi opinión le sobra como media hora, sobre todo del final, una vez que el conflicto está resuelto. Es más, se hace bastante peñazo, y el tipo de humor me parece bastante irregular. Hay gags que funcionan de maravilla, pero otros están pillados por los pelos. De lo mejor es la pareja que hacen Raymond Massey (hermano de Gary Grant, mafioso al que le ha sido reconstruido la cara para hacerlo irreconocible para la policía, aunque lo han dejado tan feo que todo el mundo le dice que se parece a Boris Karloff) y Peter Lorre (impresionante hombrecillo, representa el papel del cirujano plástico que le acompaña, borracho y ratonero), como los siniestros visitantes de la casa, que llegan justo cuando está ya todo suficientemente liado, pero que ellos ayudan a liar todavía más.

Qué majo es


Está basada en un texto teatral de Joseph Kesselring, y se nota bastante, en el sentido de que prácticamente toda la peli transcurre en el mismo escenario. Como detalle simpático, el papel del hermano feo lo representaba en el teatro, en el estreno en Broadway, el mismísimo Boris Karloff.
Como muestra de lo payaso que es el Cary Grant, la escena en la que descubre a uno de los cadáveres de los ancianos eutanasiados por las simpáticas viejecillas...