jueves, 7 de febrero de 2008

Llegada a Dublín



Bueno, bueno, pues una vez recuperado del viajecillo, llega el momento de sentarse un poco a recapitular lo vivido, que es la tercera parte de un buen viaje, después de la precisa recogida de información de a dónde se va y del viaje en sí mismo (posiblemente la parte más importante, aunque en ocasiones, como con Los caballeros de la mesa cuadrada, te ríes más recordando las cosas que viviéndolas en el momento). Pues bien, tras la pantagruélica paella ofrecida por Lancelote (gracias de nuevo), dirigimos nuestros pasos a la T.1, que es de donde nos salía el avioneto. La compañía era Ryanair, así de modernos somos, y tras facturar, nos encaminamos a la zona de seguridad. Fuera cinturones y demás artilugios metálicos, y pa dentro. Allí nos despedimos de Lancelote, que quedaba en tierra con una cara mezcla de "qué lástima que se vayan mis amigos" y "joer, a ver si se piran ya, que quiero ir a jugar al Call of Duty 4". Antes de meternos en el avión nos fumamos nuestros últimos pitillos en tierra española en uno de esos cuartuchos transparentes en los que la gente sólo va a éso, a fumar, pero se ha acabado éso de charlar amigablemente en un ambiente pseudoagradable, no. Aquello son como cabinas de drogodependientes, en los que todo el mundo tiene cara de amargura, pensando en qué coño habrá pasado para que lo que hasta hace algunos años era sexy y cosmopolita ahora sea sucio, como de gente sin hogar, con pinta de ser los próximos candidatos a un cáncer de pulmón. Después de este gran momento, montamos al avión, una cosa cutre y como viejuna, con pinta de tener más años que el Memphis Belle, pero bueno, qué más da, es Ryanair, y por lo tanto, moderno y como de gente chachi que se sabe mover en la Interné. Despegamos, y ya se me pusieron de corbata. No sé desde cuando tengo tanto miedo a las alturas, pero siempre digo lo mismo, que no es vértigo, sino miedo, puro acojone, pánico primigenio, horror al vacío que se abre ante mis pies. Quizá no sea la altura misma lo que temo, sino que mi vida esté a merced de un aparato eléctrico, de que el último que lo ha revisado no estuviese borracho o simplemente despistado, o que el controlador aéreo se duerma...demasiados factores que hacen que desde que me subo al avión hasta que bajo mi única imagen mental sea la escena del accidente de "Viven!". De todos modos, mi temor pasó a ser pavor en el momento del aterrizaje, el avión iba dando unos bandazos que pa qué, parecía que estaba bajando una escalera a golpes, la gente gritaba "!EEEEOOOOOO!" a cada poco, yo me estaba muriendo, con el libro metido en los ojos para no ver nada, para que no me viesen la cara de pánico, de nenaza, de acojone. Por fin tomó tierra, respiré, me sequé el sudor, observé que continuaba vivo y escuché cómo unas trompetillas y unos aplausos grabados salían de los altavoces. Todo muy moderno y juvenil. Ryanair. Jodidos cabrones. Menudo momento me hicieron pasar.
Una vez aterrizados en irlanda, nos bajamos por las escalerillas estilo Papa (en Ryanair no te ponen pasillito como en las otras), y nos dirigimos a la salida del aeropuerto. Allí pedimos un taxi, dirección Kildare Hotel, en la calle Kildare. El taxista miró una y mil veces el papelito que le brindábamos (más que nada porque no sabíamos pronuncias bien, si Kildar o Keildar o Kaildar o Kaildair), y por fin pareció arrancar...todo iba bien hasta que el interfecto comenzó a pronunciar un galimatías que no había dios que lo entendiese, por lo que decidimos asentir a cada poco y decir "yeah", para que el buen hombre creyese que entendíamos algo. Yo dedicaba mis esfuerzos a pillarle por el tono si nos estaba haciendo una pregunta, para contestarle algo (no sé muy bien lo qué), pero no lo conseguí...no entendía ni papa, y lo que es más, no parecía que mi compañero, al que he visto debatir en ese idioma temas elevados a altas horas de la madrugada con extranjeros, entendiera mucho más que yo. Se ve que cuando uno está sobrio el inglés cuesta mucho más...de ahí quizá venga la gran afición de los irlandeses por la bebida.
Las casas que estaban de camino desde el aeropuerto hasta el Hotel ya dan una idea de lo que uno se va a encontrar en la ciudad: típicas casas victorianas, de ladrillo visto, estilo inglés...la ciudad en su mayoría me ha recordado a la imagen que yo podía tener (porque nunca he estado) de Londres, en el sentido de esas manzanas de casitas bajas, con verja todas ellas, y una entrada por la parte de abajo del portal (era la entrada del servicio, el momento en el que se crearon). Lo particular de Dublín es que ese estilo un tanto sobrio es transformado en algo mucho más alegre por el hecho de que todas las puertas están pintadas de vivos colores, como azules, amarillos, verdes, o rojos (en plan portugués, pero circunscribiéndose sólo a la entrada de la casa).
El hotel Kildare es muy recomendable, aunque de precio algo caro: 55 euros por persona en un habitación doble. Está situado en plena zona Georgiana (a mi entender, una especie de Neoclásico Inglés) y por lo tanto, al lado de los museos más interesantes, el Trinity College, y las calles más bonitas de toda la ciudad. Las habitaciones son grandes y bastante bien amuebladas, y el papel de las paredes puede resultar un tanto hortera, pero como estás en Irlanda y todo es así como novedoso, pues no te lo tomas a mal.


Nos vinieron a recoger Chiyo-Chan y Diancecht, ya embolingados a las once de la noche, y no es raro, porque a esas horas, un sábado, todo dios está borracho, tíos y tías, lo que es normal teniendo en cuenta que comienzan a salir a las ocho de la tarde. Después de los abrazos y muestras de afecto pertinentes, salimos hacia la primera parada de nuestra ruta: EL TEMPLE BAR.

5 comentarios:

Petrosky dijo...

Luego dicen que hay enanos con ollas de oro, si se pasan el día bebiendo lo raro es que no vean elefantitos rosas.

Anónimo dijo...

Se cocinar. Karlos, Arzak preparaos que allá voy. Conquistaré la gran manzana, esos monsieus de parís se rendirán ante mi deliciosa, que digo, exquisita, primorosa paella.

Anónimo dijo...

Dios Dragomira, vas a hacer que llore, buahhhhh. Que bonito recuerdo y que bien lo describes, tu dialectica es sublime!!!!

Ay, bolinga, bolinga, pozi, la verdad q cnd llegasteis al hotel ya andaba un tanto achispada, como bien sabras, q eso es debido a q aqui la fiesta se empieza a las 8, ay, carramba!!!!

En serio, teneis q repetir antes de q me vaya o a ver si repito experiencia para el anho q viene y os venis.

P.D: Con respecto a los "malos entendidos", creo q te explique todo lo que ocurrio y no me quede con nada en el tintero!!

Dragomira dijo...

Gracias por tus palabras de alabanza, tan merecidas...
La verdad es que nos lo pasamos muy bieeeeen, jeje, espero que nos echaras de menos aunque fuera un poquillo...
Un saludo leprecháunico!

Diancecht dijo...

Yo no estaba achispado, estaba siguiendo al pie de la letra los pasos del manual de supervivencia.

La I de SURVIVAL significa "imite the natives" (imitar a los nativos). Y en eso estaba.