lunes, 24 de agosto de 2009

LA MOMIA, de Karl Freund (1932)


Después de producir Drácula, Frankenstein y Doble Asesinato en la calle Morgue, los de la Universal se decidieron por añadir a su repertorio un nuevo monstruo, esta vez salido del antiguo Egipto, aprovechando la moda que había provocado diez años antes el descubrimiento de las tumbas de Tutankamon y el asunto ikercasillesco de la maldición subsiguiente. Para la historia no se comieron mucho la olla, pues más o menos calcaron la trama de Dracula, es decir, un monstruo enamorado que a través de los siglos espera la ocasión para volver a celebrar un amor perdido en los albores del tiempo, y esa oportunidad llega cuando en el tiempo presente, ve a una mozuela que no es sino la descendiente directa de aquella a quien pertenecía su corazón. Quiere volver a enamorarla, pero para ello tendrá que matarla para acto seguido despertarla en la inmortalidad. De todos modos, a mi me parece que La momia es basante superior en muchos aspectos al Dracula que Tod Browning rodara un año antes. Karloff está impresionante, con esa pinta de mírame y no me toques, parece realmente muy frágil, y la escena que tiene con el médico al que no le da la mano para que no se le note el tacto apergaminado es de lo mejor de la peli. Otro punto interesante es la visión negativa que se da del asunto británico de la apropiación de tesoros arqueológicos de otros países, que es criticada duramente, aunque no de modo explícito. La tesis que defiende la película no es sino que a los muertos hay que dejarlos en paz, y si alguien se muere, pues que no hay que resucitarlo, vaya, que es de muy mala educación y que lo más probable es que las cosas sepongan en nuestra contra. De hecho, al propio Im-Ho-Tep -Boris Karloff- las cosas se le ponen muy malitas cuando intenta resucitar el alma de su amada. A todo ésto, sus combatientes masculinos, a diferencia de Drácula, poco pueden hacer para combatirlo, y no serán sino los propios dioses de Egipto los que tengan capacidad para derrotarlo, en una escena que parece sacada de Don Juan, con la estatua moviéndose y poniendo los puntos sobre las íes.


8 comentarios:

Diancecht dijo...

Esto de las vacaciones deja demasiado tiempo libre ...

Dragomira dijo...

Estoy en la gloria...

Anónimo dijo...

Ya le dire yo a tu moza que andas con una tal Gloria, dijiste que querías ser polifacético, y a eso se le llama polígamo.

Petrosky

Que mal me ha sentado currar hoy y que sepas Dian que ni un cafelito 11 horas chollando, joder que pesada es la gente.

iskender dijo...

Once horas trabajando????
Venga hombre, eso no te lo crees ni tu.

El Señor No Puedo dijo...

Ni para comer ni para mear se mueve el tío...

El Señor No Puedo dijo...

Pues lo de la peli, en fin...

Lo que dices sobre Drácula es un poco sor-prendente, ¿no? Un tipo más malo que el Diablo que se va a Inglaterra para alimentarse mejor y propagar el vampirismo de forma eficaz (ya que en la Romania-pofavó los de "hacienda" ya le andaban detrás del chollo) no se anda con historietas de amorzorios. Lo que pasa es que los productores eran unos remilgados, sin hablar del adefesio de Coppola.

De La Momia...

Intenté verla hace años ¡lo juro, aguanté treinta minutos! pero, en mi opinión, los años le han pasado por encima como el AVE. Hasta la actuación de Karloff (¿Karl Orff?) es muy poco creíble, digna de un carapalo-Eastwood-Chuachi-eligeelquequieras. Vamos, que me decepcionó. Y no hay nada que entender sobre que si en aquellos años blablabla, porque otras piezas de la época siguen siendo memorables -y aquí pones el ejemplo que se te ocurra-.

Dragomira dijo...

Pues yo creo que el Carl Orff está muy bien, dando una sensación de fragilidad total, de repliegamento sobre sí mismo, que está a años luz de cualquier cosa hecha por Bela Lugosi-Carlos Gardel (son la misma persona, está claro).

El Señor No Puedo dijo...

Todo el mundo lo sabía, pero nadie quería admitirlo. Está claro que Gardel no murió, se trasladó en secreto a la Casa Rosada y, claro, cada vez que entra un nuevo Presidente, lo convierte en ghoul suyo, con vínculo de sangre incluído, of course.